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Cuidado con la Bruja

  • Havana Azul
  • 10 abr 2017
  • 3 Min. de lectura

A veces nos gusta recordar cosas locas de los Trips que hacemos y las incoherencias que se inventa la gente en el camino...

Hoy amanecí recordando un trip que hice en octubre del 2016 con Luisma, su hermanita Joan y un amigo de los tres llamado Dylan.

En esa vuelta el plan inicial era irnos a subir la India Dormida con el grupo The Outdoors Junkies (grupo que pertenece a un amigo que nos invitó a una práctica de ascenso como preparación para el Volcán Barú). Al comienzo todo empezó genial: alistamos mochilas como si nos fuéramos de camping, preparados con carpas, sábanas, abrigos, y lo que llevaríamos en caso de subir Volcán (ya que este iba a ser uno de nuestros entrenamientos previos).

Por alguna razón, Waze decidió enviaros por otra ruta ese día, igualmente hacia el Valle, pero por la cual estábamos tardando más de lo esperado. El punto de encuentro era la entrada a la India Dormida a las 7:00am si mal no recuerdo. Dieron las 7:00 y seguíamos manejando... Monte para un lado, monte para el otro, carretera hacia el frente, carretera hacia atrás y ni una sola alma en la vía.

7:30 am, ya estábamos perdiendo la paciencia. Nuestro amigo y guía comenzó a llamar... "Dónde están?", "Por dónde vienen?", "Hey, ustedes son los últimos que faltan, ya no estamos esperando a más nadie"... ¡Ayala vida!

Creo que fue para las 7:45, o quizá un poco más, que lo llamamos y le dijimos "Discúlpanos, seguimos manejando en la ruta... Mejor vete con el grupo, porque nos da mucha pena atrasarlos más". Y así fue... El grupo partió, y como a los cinco minutos encontramos el pueblo, pasamos todos y cada uno de los puntos de referencia que nos habían dado y llegamos a la entrada de la India Dormida.

Como cualquier otro explorador decidimos subir de todas maneras los cuatro, pero por el sendero normal y sin las maletas del entrenamiento. Con pocas cosas en las mochilas, y muchas ganas de explorar la India, comenzamos a subir.

El buen ánimo de Joan y Dylan fue esencial, ya que como todo joven, llevaban una bailadera que nos llenaba de ánimos durante todo el camino.

Después de un par de breves perdidas en las cuales los lugareños nos indicaban que íbamos por el camino equivocado y nos redireccionaban la cima, y a pocos minutos de llegar, pasó lo más gracioso del paseo (a mi parecer).

Nuestro amigo Dylan se nos adelantó en el camino...

Había algo de niebla y estaba por llover. Los árboles se cerraban en esa zona formando una especie de túnel (bien cool), y las raíces del suelo parecían dibujar el camino a seguir. Por unos segundos perdí de vista a Dylan, y fueron suficientes para detenernos al oirlo gritar y correr hacia nosotros diciendo: ¡Hay una bruja!

(O algo por el estilo, quizá pudo haber dicho "¡Es la tulivieja!", han de perdonar mi mala memoria para algunas cosas).

En eso todos nos detuvimos a esperar que la niebla se disipara un poco y caminamos unos cuantos pasos, cuando de pronto una humilde señora lugareña se aparece por el sendero vistiendo un largo traje blanco y sandalias, a pesar del lodo que había, dispuesta a continuar con sus labores diarias.

Después de esto, como era de esperarse, con orgullo de hombre nos reclama Dylan que no era más que una broma y que obviamente él sabía que no era una bruja. (Ok, te creeré, pero igual fue gracioso).

Pasado esto llegamos a la cima cubierta de niebla por todos lados, donde había que cuidar cada paso para no caer o tropezar. Descansamos finalmente y nos comimos unos snacks antes de decidir que era hora de bajar.

Ya a la bajada paramos en una cascada a refrescarnos el resto del día. Sin duda un excelente trip, que no hubiera sido lo mismo sin Dylan y Joan.

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